Todas las medidas que se tomen y las acciones que se emprendan con el objetivo de poner fin a un conflicto violento y lograr una convivencia pacífica en la sociedad forman parte de lo que se conoce como construcción de paz. Son medidas y acciones que pueden darse en medio de la confrontación o luego de que esta cese.
Para nuestro caso, en Colombia tenemos una larga experiencia de medidas y acciones de construcción de paz en medio del conflicto, lo cual nos da una base positiva para las tareas que tenemos por delante, pues son un activo valioso. Sin embargo, la buena nueva de la cesación del conflicto armado nos obliga a emprender tareas mucho más demandantes y desafiantes que antes en este terreno.
En la construcción de paz, caben las acciones tendientes a parar la guerra, desarmar a los combatientes y facilitar su paso a la vida civil, reparar a las víctimas del conflicto, reparar las afectaciones materiales, aplicar una justicia transicional y recomponer la política para que nunca más la violencia sea utilizada como instrumento político. También, la reactivación económica de zonas afectadas por el conflicto, la creación de oportunidades de desarrollo para las poblaciones marginadas, así como para quienes dejaron las armas, son dimensiones de la construcción de paz. Son varias las facetas que abarca este proceso y son muchas las posibilidades para que el sector privado y las comunidades participen como aliados del Estado en este emprendimiento, el más importante que tenemos entre manos los colombianos.
En una primera etapa, se requieren intervenciones rápidas y efectivas que se conviertan en victorias tempranas de la paz, que nos permitan ganar confianza y otorguen la certeza de que sí podemos vivir sin guerra. Que nos permitan ver con total claridad los enormes beneficios de tener un país en paz.
Al mismo tiempo, se deberán emprender labores a mediano y a largo plazo para lograr la reconciliación y la convivencia: ayudar a las víctimas a reconstruir sus vidas y a recuperar derechos perdidos; operar la Jurisdicción Especial para la Paz – JEP para que se forjen condiciones de verdad, justicia, reparación y garantías de no repetición; lograr el desarrollo de las diferentes regiones que han sido más golpeadas por el conflicto; y promocionar las posibilidades económicas licitas de millones de personas que hasta hoy solo han podido vivir en medio de economías ligadas a la violencia y la ilegalidad.
La tarea de la construcción de paz es de todos, del Estado y la sociedad. En lo que compete al sector empresarial, se cuenta con una amplia y larga trayectoria de vinculación a iniciativas en la materia, incluso en condiciones bastante difíciles. El desafío ahora es terminar la tarea para que de verdad en Colombia podamos vivir en paz.
Al igual que por mucho tiempo la planeación empresarial y las estrategias de los negocios debieron incorporar el riesgo de la guerra, ahora tendrán que incluir las oportunidades y los desafíos de la paz. Estamos ante un nuevo entorno para los negocios, con sus enormes posibilidades y sus riesgos. Si surge una adecuada sintonía de las empresas con esta nueva realidad, con absoluta seguridad habrá un beneficio para todos, pues una sociedad en paz es el mejor ambiente para las empresas y unas empresas vigorosas son el mejor sustento para una sociedad en paz.