Los éxitos de hoy en materia de finalización del conflicto armado por la vía del diálogo son el resultado de tres décadas de esfuerzos. Siete presidentes de la república, de manera consecutiva e ininterrumpida, han buscado llegar a acuerdos de paz con la guerrilla y en todos los casos han contado con el apoyo de los empresarios.
Belisario Betancur (1982-1986) adelantó negociaciones con las FARC y el M-19. Virgilio Barco (1986-1990) terminó exitosamente un acuerdo de paz que llevó al M-19 a la vida civil y a la participación política democrática. César Gaviria (1990-1994) firmó acuerdos con el EPL y con la CRS. También sostuvo diálogos con las FARC y el ELN.
Ernesto Samper (1994-1998) tuvo contactos con el ELN y procuró establecer unas bases institucionales para los procesos de paz. El Consejo Nacional de Paz, instancia creada para contar con una política de paz de Estado y con participación de la sociedad civil, se originó en este periodo y cuenta entre sus miembros con representantes del sector empresarial. Andrés Pastrana (1998-2002) adelantó –durante la mayor parte de su mandato– negociaciones con las FARC y con el ELN; en ambas instancias participaron activamente representantes gremiales y empresariales.
Álvaro Uribe (2002-2010) sostuvo conversaciones con el ELN y llevó a cabo un proceso de desmovilización, desarme y reintegración a la vida civil de las Autodefensas Unidas de Colombia – AUC. También buscó –al final de su mandato– establecer una mesa de negociación con las FARC. Por último, Juan Manuel Santos (2010 a la fecha) logró un acuerdo de paz con las FARC y adelanta negociaciones con el ELN tendientes a su reincorporación a la vida civil.
Todos estos presidentes contaron con el respaldo del sector privado. Es importante resaltar que siempre los empresarios, a través de sus organizaciones gremiales, han expresado su beneplácito y aprobación en cuanto a la realización de negociaciones que busquen acabar la guerra. En varias ocasiones, han participado directamente en la mesa de diálogos. También ha sido constante la interlocución sostenida por líderes empresariales con organizaciones armadas ilegales –guerrillas y paramilitares–, con el propósito de llegar a acuerdos de paz. Así mismo, ha sido permanente la disposición empresarial para respaldar la construcción de paz mediante su financiación vía impuestos, la reincorporación económica y laboral de excombatientes y el trabajo con comunidades víctimas de la violencia.